Crushed like a bug in the ground

jueves, marzo 30, 2006

Ephimera

Cuando la conocí ya había perdido todo el pelo, pero era la criatura más hermosa que había conocido.

Fue en una exposición de fotografía.Yo hacía tiempo, esperando la hora de atender un compromiso, cuando ella entró. Me dediqué durante un rato a contemplar su reflejo en el cristal de las fotos, hasta que se puso a mi lado. No recuerdo bien qué fue lo primero que dijo, pero me sorprendió su capacidad para mirar las mismas fotos que yo y extraer de ellas ideas que yo jamás habría concebido, pero que parecían estar allí desde el principio. Dos horas más tarde, yo había faltado a mi compromiso, me había tomado el tercer café del día y estaba en la cama con ella.

A pesar de estar visiblemente debilitada, tomó las riendas desde el primer momento. El fluorescente del techo enmarcaba su cabeza como un aura. Al acabar se desplomó sobre mí como si no le quedaran fuerzas y me asusté por un momento. La abracé durante cinco minutos, hasta que se recuperó. Entonces se levantó y empezó a vestirse en silencio. Antes de salir por la puerta me dijo : "No volverás a verme nunca más"

Durante tres meses ocupé todo mi tiempo libre en recorrer la ciudad buscándola. Todas las mañanas leía las esquelas con las manos temblorosas. Algunos días me parecía verla, pero nunca era ella. Acabé por verla en todas partes. Supongo que para ella yo no había sido más que una herramienta, pero eso no me importaba. Tal vez esa misma tarde la habían desahuciado definitivamente, tal vez le habían dicho que estaba curada. Ella no me dijo nada.

Finalmente, al cabo de tres meses leí una esquela en el periódico que podía ser la suya (ya ni siquiera estaba seguro de que me hubiera dicho su verdadero nombre). Me metí en la cama y me pasé todo el día durmiendo y llorando. Cuando me levanté, había asumido que ella había muerto. Dejé de verla en todas partes. Pensé que ya no estaba obsesionado con ella.

La verdad es que nunca he vuelto a ser el mismo.

domingo, marzo 19, 2006

No quiero cumplir esos 30.

No quiero esos 30, no quiero salir con camisa de noche, por los bares que evitan los adolescentes y los universitarios ("aquí no, son todos muy mayores"). No quiero ir a conciertos de música de ascensor con mi cari y con mis amigos y sus churris. No quiero trabajar 8 horas al día por cuenta ajena, de las cuales la mitad pasan volando en webs de videos chorras y cadenas absurdas de emails. No quiero el piso, el coche, la hipoteca, las comedias románticas producidas en serie, el aftershave de Gillette en el armarito detrás del espejo (aunque sí quiero tener toda la barba de una vez). No quiero la perilla (opcional), el cinturón, los zapatos castellanos, el pelo bien cortado, la camiseta/camisa dentro de los pantalones. No quiero las vacaciones con amigos (y sus churris) guía de viajes en mano, tras los pasos de todas las touroperadoras. No quiero colgar el bajo, aparcar el blog, olvidar los cómics. No quiero best-sellers de aeropuerto, programas de máxima audiencia, cine comercial mal doblado. No quiero horarios cerrados, madrugar los domingos, salir en chándal a comprar el pan (y el único periódico de la semana). No quiero cafeterías de neon y escai, platos combinados, sandwiches, camareros con esmoquin, cenas a su hora. No quiero nostalgia de lo que en su día nos gustaba y ahora cuesta el triple y sabe a puro sucedáneo. No quiero morir en vida a los 30.

Si esos son los 30, no quiero cumplirlos. Perder la pasión, la ilusión y la chispa, convertirse en un treintañero prototípico, traicionar todo lo que me define para cambiarlo por una casa con jardín en un metafórico suburbio mental, a las afueras del sentido crítico, demasiado lejos del criterio para ir andando (mejor comprar no-cultura en el super de aquí al lado). Espero morir con muchos años a la espalda, me parece estupendo tener hijos (y nietos y así sucesivamente), pero no tengo intención de morir de desidia y conformismo. Eso sí es morir de rancio, de antiguo, de viejo.

martes, marzo 14, 2006

La mamada

Sin quererlo demasiado, te puse ante mi, con delicadeza. "No es nada más que un beso", dijo uno de los dos, y desabrochaste mi bragueta. Yo sólo podía mirar la sombra que intuía entre tus nalgas al bajarse tu pantalón un poco más de lo normal. Si no tuvieras que estar de rodillas podría ocupar mis manos en tocarte donde más te duela (el amor puede curar, dicen). No sé por qué, me sentí como si te disparara al fondo de la garganta, de donde salen los reproches (y los aullidos) más amargos. cuando todo acabó sentí que la pistola estaba en realidad entre mis dientes. "Ahora me toca a mí", dije, para tu sorpresa, y susurré en tu oído la palabra más pragmática del mundo.

"Reciprocidad"

No creí que fueras a llorar, el corazón que estaba roto era el mío.

domingo, marzo 12, 2006

Al estilo de M

Anonimato.

(Basado en hechos irreales)

"Si te digo mi nombre tendré que follar contigo y eso no puedo hacerlo."


Retrocontinuidad.

"¿Siempre has tenido los ojos de ese color?"


Calor humano.

Aquel día saqué toda la artillería, ataqué por los flancos más débiles, supe coordinar el asalto y acabé en la cama con ella. Dormir era la mejor (la única) opción. Lo único que lamento es haber sentado un precedente.

 


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